Más que comprar productos, adquirimos emociones, aspiraciones, modelos de vida por la incertidumbre cultural que vivimos
Para la gran mayoría de las personas adquirir bienes, productos y servicios resulta una actividad tan cotidiana y natural que pocas veces reflexionamos sobre los elementos que intervienen en nuestras decisiones de compra, incluso muchos estarán convencidos de que este tipo de acciones sólo están orientadas a alimentar necesidades básicas y reales, sin embargo, sorprende lo que opinan algunos expertos sobre el tema.
En realidad, más que comprar simples productos y mercancías, lo que consumimos son emociones, aspiraciones, ideas ancladas de marketing, que llegan a nosotros como satisfactores para mitigar la crisis de creencias que enfrenta la mayor parte de la población mexicana, asegura Raymundo Calderón.
El Director Nacional de Psicología en la Universidad del Valle de México, explica que esta “crisis de creencias” genera inseguridad cultural entre los mexicanos y un aumento en la práctica del consumismo, derivado de la constante búsqueda de modelos que les permita percibir una vida cotidiana más estable.
“Vivir en una situación de incertidumbre, además de provocar un desgaste emocional importante, impide que el ser humano en un momento dado, tenga la tranquilidad que se requiere para vivir de una manera sana”.
Para el especialista esto es resultado de la ausencia de objetivos comunes entre la sociedad mexicana, y una posible solución de evitar el consumismo entre la población, no puede generarse en forma individual o con la sola voluntad del consumidor.
Mientras más educada sea una sociedad, sus niveles de seguridad personal aumentarán y esto le permitirá como consumidor, ser mucho más crítico y menos vulnerable al momento de recibir el cúmulo creciente de publicidad que se genera en su entorno.
“En cierta forma esta crisis también es resultado de haber tomado en México el modelo de vida estadunidense, sociedad cuyas características se basan en obtener la ganancia máxima, con el esfuerzo mínimo, el mayor placer con el menor esfuerzo”.
Pero en una sociedad con limitaciones económicas y características como la nuestra, esos objetivos se han tornado inalcanzables para un amplio porcentaje de la población, con el consecuente deterioro en la seguridad personal y de la seguridad social.
Eso explica porque las personas “prácticamente consumimos cualquier cosa que nos permita salirnos de la realidad y nos conecte con la idea fantástica de un nivel de vida que nos brinda mayor placer.
En opinión del catedrático, este problema sólo puede solucionarse de manera conjunta entre universidades, gobierno y medios de comunicación; es necesario desarrollar un sentido de responsabilidad claro a través de la educación, mejores niveles de conocimiento y mayor conciencia de la realidad.