Recreo Económico
Si la propuesta de revisar el deterioro del salario mínimo y su consecuente pérdida del poder adquisitivo hubiese surgido del legítimo reclamo de los trabajadores, estoy seguro que habría una defensa vigorosa de la iniciativa y un futuro más prometedor para este debate, sin embargo, teniendo su origen en protagonistas de la arena política, a lo único que da lugar es al más amplio “sospechosismo”.
Algunos opinan que la sorpresiva iniciativa del jefe panista, Gustavo Madero de poner a consulta popular la posibilidad de revisar el salario mínimo, así como la decisión del titular del gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, de aumentarlo a 80 pesos para los capitalinos, tienen evidentes tintes “electoreros y populares”.
En su defensa poco puede decirse, pues ni duda cabe que a los panistas les urge recuperar terreno político en las elecciones del próximo 2015, y que el otro protagonista, al mejor estilo “foxista”, decidió arrancar en forma anticipada sus aspiraciones hacia el 2018.
Otros son los que aseguran que proponer una iniciativa que pone en riesgo la estabilidad económica del país, es sólo un gran distractor para alejar los reflectores de las múltiples voces que critican haber aprobado una reforma energética, sin poner candados suficientes para eliminar casos de corrupción como los recientemente detectados en la operación de Petróleos Mexicanos.
No menos aventurados son los que sugieren que algunos legisladores -anticipando el gran descontento social que generaría autorizar en su favor el pago de un bono por un millón de pesos- decidieron poner en primer plano un anzuelo difícil de ignorar.
Todas estas suspicacias finalmente pueden ser sólo eso, pero es oportuno preguntarse, ¿por qué hasta ahora?, ¿por qué en la discusión de la reforma laboral dejaron fuera un tema tan fundamental? y ahora se les ocurre retomarlo.
Resulta ingenuo pensar que la gran transformación estructural emprendida por el actual gobierno en materia de competencia, energía, telecomunicaciones y financiera, baste para convertir al país en un mercado de vanguardia y moderno, mientras la población continúe regida por remuneraciones del siglo pasado.
¿Estos cambios estructurales alcanzarán para mejorar el salario de toda la población que lo requiere?, de ser así ¿cuándo empezará a notarse?, con una reforma laboral y educativa tan a fuego lento, se antoja difícil pronosticarlo.
El escenario no es fácil y por el contrario se complica. Para junio de este año la cantidad de trabajadores que ganan más de cinco salarios mínimos (3.2 millones) disminuyó 10 por ciento y por el contrario los que perciben de dos a tres (10.9 millones) aumentaron 10 por ciento.
La población asalariada suma 31.5 millones, es decir, 63.6 por ciento de la Población Económicamente Activa, sin contar que 2.5 millones de personas se encuentran sin empleo y que la pobreza extrema en el país continúa sin freno.
¿Será que les podemos creer que ahora sí serán primero mis parientes… que mis dientes?