El conocimiento se enriquece con la inclusión.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a nivel mundial la matrícula de estudiantes mujeres es particularmente baja en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) con sólo 3.0 por ciento; Ciencias Naturales, Matemáticas y Estadísticas, con 5.0 por ciento; y en Ingeniería, Manufactura y Construcción, con 8.0 por ciento.
“De acuerdo con una investigación realizada en 14 países, la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es de 18, 8.0 y 2.0 por ciento, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es de 37, 18 y 6.0 por ciento”.
A nivel mundial, sólo 30 por ciento de las mujeres opta por estudios superiores dentro del campo de las Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés); un escenario que pone en relieve la baja representatividad femenina en sectores clave para el desarrollo económico y social de los países que a su vez representa un serio perjuicio colectivo.
En opinión de Norma Blázquez Graf, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, si bien la incursión de las mujeres en la ciencia es cada vez más importante, la tarea por hacer aún es grande y requiere acciones contundentes.
La especialista refirió que si bien en la Facultad de Ciencias de la UNAM, la carrera de Biología cuenta con una amplia matrícula integrada por mujeres, persiste la baja representatividad en Matemáticas, mientras que en Ingeniería sólo se alcanza el 19 por ciento.
“Ya se logró que ellas estén al 50 por ciento en la matrícula universitaria en muchos países, pero en la parte laboral no se ha alcanzado esa proporción, y en los puestos de decisión mucho menos, pues a nivel global su presencia es de 15 a 20 por ciento”.
La diferencia de participación por áreas continúa en los puestos más importantes, que son ocupados por hombres, y las mujeres no siempre están representadas proporcionalmente, pues las dirigen hombres aunque sean carreras consideradas “femeninas”.
La especialista subrayó que en algunos campos las mujeres no participan debido a los estereotipos o prejuicios de género, pues desde pequeñas se les enseña que no son capaces para ciertas disciplinas, y socialmente se intenta que no les gusten.
En diversas investigaciones, resaltó, se ha demostrado que hasta los 9 años las niñas tienen el mismo interés que los niños en áreas como la Física y Matemáticas, pero conforme crecen ven estas áreas con menos atractivo porque la consigna de género las empuja a dedicarse a actividades relacionadas con los cuidados, campos de la salud, y no a Matemáticas, Física o Ingeniería.
“Desde los juegos y los juguetes se dirige a ambos géneros a determinados saberes, y la situación se refuerza en la escuela, donde los maestros hacen que se sigan caminos distintos en vez de estimularlos a que prueben de todo. Es importante que se les brinde la opción para que puedan desarrollarse en lo que les guste”.
La participación femenina en la ciencia no es sólo cuestión de justicia social, también significa aumentar los recursos en investigación; cuando hay mujeres se hacen nuevas preguntas y se exploran temas con miradas distintas ya que el conocimiento se enriquece con la inclusión.
“En México hay avances, pero falta mucho; el mayor logro de los últimos 15 años es que las mujeres pueden estudiar una carrera y luego un posgrado, porque se ha invertido en becas, pero falta conciliar esta política con el campo laboral, porque no se han abierto plazas suficientes en nuevos centros de investigación o universidades donde ellas no queden rezagadas”.
Sin embargo, las barreras en el ámbito laboral persisten ya que a pesar de tener la misma formación y experiencia, las mujeres ganan menos porque el conocimiento y el campo laboral siguen siendo un territorio masculino.
Este martes 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia proclamado como tal el 15 de diciembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) para lograr el acceso y participación plena y equitativa de ellas, su empoderamiento y la igualdad de género.
Dos eventos antecedieron a la efeméride: la Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU, celebrada en 1995 en Beijing, China, donde por primera vez se incluyó en la agenda de los problemas de las mujeres su derecho a la educación y la ciencia, y la Conferencia Mundial de la Ciencia, realizada en 1999 en Budapest, Hungría en la que se contempló en la agenda científica la importancia de su derecho a la igualdad.
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