Fuerte rezago regional en servicios básicos.
En América Latina, solo 51.1 por ciento de la población adulta tiene acceso a una cuenta bancaria, nivel menor al promedio mundial que se ubica en 60.7 por ciento; un escenario que muestra el marcado rezago que existe en materia de servicios financieros básicos pero también la ventana de oportunidad que abren las nuevas propuestas basadas en la innovación tecnológica conocidas como Fintech.
En opinión de Sonia Monárrez Martínez, investigadora en Business Analytics de EGADE Business School, más allá del acceso a una cuenta bancaria, el mayor reto que se registra en la región es utilizar los servicios de crédito, ahorro y seguros.
«Solo 13.5 por ciento de los latinoamericanos ahorran a través del sistema financiero, y 11.3 por ciento manejan los servicios de crédito. Además, las Pymes, que constituyen 99 por ciento de las empresas de la región, presentan dificultades para explorar todas las fuentes de financiamiento».
En ese sentido, las Fintech se colocan como punta de lanza en la reconfiguración del sistema financiero en la región Latinoamericana lo que podría dar paso a la inclusión de más personas, pues entre sus virtudes se encuentra la de crear incentivos para una mayor competencia, lo cual representaría menores márgenes de intermediación.
Asimismo señala la especialista, este tipo de empresas pueden promover un mejor desempeño financiero de las empresas, por ejemplo, agilizando las opciones de pago, facturación y reduciendo el costo de un crédito; además de poner las piezas para crear una mayor inclusión que fomente el ahorro y la inversión en la zona.
«En la región operan más de 700 empresas de tecnofinanzas que ofrecen plataformas de servicios financieros, según el BID. Se estima que 25.6 por ciento de estas Fintech se enfoca al financiamiento alternativo, como donaciones, bienes raíces, crédito al consumo y a las Pymes».
Mientras que 25.2 por ciento ofrece soluciones de pago como envío de dinero, cobro y puntos de venta, 23 por ciento se dedica a la gestión de finanzas personales y empresariales, el resto brinda servicios diversos.
Para Sonia Monárrez Martínez, esta nueva reconfiguración no está exenta de retos, se requiere una regulación acorde a las necesidades de la región, que no sea restrictiva y pueda generar un ecosistema sano, con candados al lavado de dinero, promoviendo así la competitividad y transparencia en un ambiente de certidumbre.
«América Latina tiene una tarea pendiente: lograr incrementar el porcentaje de la población con acceso a servicios básicos en el sistema financiero. Si bien se han registrado avances en los últimos años, la brecha persiste. El surgimiento de las Fintechs puede impulsar la inclusión financiera en la región».
Sin embargo, para la investigadora de Business Analytics de EGADE Business School, es claro que pese al avance en inclusión financiera, América Latina se encuentra muy lejos de la meta establecida por el Banco Mundial de alcanzar acceso financiero universal para 2020.
Entre los indicadores más comunes para medir la inclusión financiera se encuentra el porcentaje de población adulta que ha hecho un préstamo y que posee una cuenta en una institución del sistema financiero, así como una cuenta de ahorro.
En ese sentido, se tiene que solo tres países en la región superan el promedio mundial de 60.7 por ciento en el acceso a una cuenta en una institución financiera: Brasil (68.1 por ciento), Costa Rica (64.6 por ciento) y Chile (63.3 por ciento).
El promedio regional de población adulta con una cuenta de ahorro es de 13.5 por ciento; en países como Nicaragua, solo alcanza 6.8 por ciento de la población bancarizada. Otras cifras refieren el bajo acceso al crédito. El país mejor posicionado es Chile y solo 13.5 por ciento de la población bancarizada ha solicitado un préstamo.
«Estas cifras, alarmantemente bajas, limitan el crecimiento de la región, contribuyendo a un bajo ahorro nacional y restringiendo las oportunidades de financiamiento de proyectos productivos».
Frente a ello, las Fintech pueden fomentar la inclusión financiera y, para ello, se requiere un marco regulador efectivo que brinde certidumbre, garantice la competencia y contribuya a reducir los márgenes de intermediación financiera, típicamente altos en la región.
C$T-GM