Imprescindible subir su crecimiento promedio a 3.0%.
América Latina no llegó a tiempo a ninguna de las revoluciones en la historia, llegó tarde a la Revolución Industrial y en los últimos 20 años es la región del mundo donde menos creció la productividad, algo preocupante si se considera que para insertarse a la nueva era digital y converger con países desarrollados cuenta con menos de 10 años, “estamos a tiempo, pero queda poco”, advirtió Pablo Bello (@pablobello) director de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET).
«Si no crecemos más de 3.0 por ciento no hay posibilidad de converger con el mundo desarrollado, en la actualidad las tasas promedio de crecimiento de Latinoamérica son de 2.4 por ciento, es decir, no estamos avanzando hacia el progreso y el desarrollo, la única manera de revertir es resolver los desafíos planteados, estamos a tiempo, pero queda poco tiempo”, precisó en el Foro de Gobernanza de Internet de América Latina y el Caribe #Lacigf.
El especialista recordó que el crecimiento económico, políticas públicas más efectivas en educación, salud y empleo son fundamentales para generar riqueza y eso genera con base en los recursos de infraestructura y capital humano disponible; en años recientes se han logrado avances que sacaron de la pobreza a cierto porcentaje de la población y engrosar la clase media de la región, hay avances, pero grandes retos por delante.
“El problema radica en que las condiciones que permitieron este avance en el pasado no van a repetirse en el futuro, hay estudios que advierten que si no somos capaces de resolver la grave situación de la productividad, el crecimiento económico de los próximos 15 años, será 40 o 50 por ciento más bajo, que la tasa de crecimiento reportada en los 15 años anteriores”.
Este escenario es crítico porque América Latina ya vivió una década perdida, en la cual no se logró reducir la pobreza, no se avanzó hacia el desarrollo y ahora persiste el riesgo de repetir esa mala experiencia, sino somos capaces de resolver el problema que tenemos con la baja productividad.
Para mejorar la productividad en el presente y el futuro inmediato, dijo, es imprescindible digitalizar los procesos productivos y digitalizar a la sociedad, es decir, cerrar la brecha digital y alcanzar una conectividad de clase mundial, lo cual es necesario para darle un uso productivo e insertar las TIC a la economía tradicional para dar a la producción un valor agregado, mejorar procesos de fabricación y tener mayores alcances en el intercambio comercial global.
«En la ASIET estamos convencidos que la digitalización es la política económica más importante, el proceso más relevante que deben abordar los gobiernos de América Latina, sin dejar de lado la importancia del desarrollo de nuevas capacidades, conocimiento y habilidades, es decir, lograr una nueva apropiación tecnológica en todos los ámbitos.
Para Pablo Bello, dada la seriedad del reto, este no es un tema exclusivo que deba resolver la industria de las telecomunicaciones, el sector productivo o los gobiernos de la región, se trata de desafíos que convocan a la academia, los desarrolladores los investigadores y a la sociedad en su conjunto.
El director Ejecutivo de la @asiet_lat, habló de la necesidad de partir de la premisa que «sin infraestructura no hay redes y sin redes no hay conectividad digital» y de reconocer que «los que estamos conectados somos privilegiados» en esta nueva era digital, por pertenecer al 50 por ciento de latinoamericanos que gozan del beneficio de una conectividad; es decir, de ese sector que vive en el siglo XXI, alejados de los que permanecen en el siglo XX.
Este escenario de desigualdad obliga a recordar que las políticas públicas deben tener como prioridad, y como foco número uno el cierre de la brecha en lo inmediato; los desafíos hacia el futuro son enormes, pues uno de cada dos latinoamericanos no está conectado, las velocidades están lejos de la media registrada en países que conforman la OCDE, y por ello es conveniente cuestionar cómo seremos capaces de generar un salto en la infraestructura para cerrar esa brecha.
La ortodoxia señala que hay que incentivar las inversiones, ser capaces de crear entornos positivos basados en la confianza, sin los extremos de que los empresarios son los malos y la sociedad es la buena, pues esa ecuación puede resultar compleja para el gobierno.
Para lograr el cierre de estas brechas que está generando el mundo digital se habla también de la necesidad de generar agendas de trabajo innovadoras, disruptivas, repensar las políticas de espectro radioeléctrico, con criterios de mayor beneficio social que recaudatorios.
“Incluso con políticas públicas como las asumidas recientemente por el gobierno de Hong Kong que decidió dar espectro en forma gratuita a los operadores establecidos, con el propósito de acelerar el paso a la transición a la quinta generación (5G), es una buena política porque ponderó avanzar en cobertura y en la introducción de nuevas tecnologías”.
El aspecto fiscal, sin duda es un tema relevante en este análisis, donde hay un claro consenso que todos los agentes económicos deben realizar una contribución al desarrollo de los estados, ¿pero hace sentido que la industria de las telecomunicaciones tenga 51 por ciento más de carga fiscal que el resto de las actividades productivas?
Resulta imperativo poner los énfasis correctos, definir prioridades y cerrar lo antes posible la brecha digital para alcanzar estándares de conectividad de los países avanzados, en un periodo máximo de 10 años, porque para lograr la transformación productiva y el desarrollo de la economía digital, esta condición es imprescindible.
“Si no somos capaces de acelerar este proceso, de desarrollar la infraestructura necesaria y lograr una conectividad con plena inclusión, no seremos capaces de crear las condiciones para generar crecimiento económico, algo fundamental para sostener a una nación en el tren del progreso”.
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