Futuro de la región depende de la digitalización
El desarrollo de América Latina tiene una estrecha y clara relación con el nivel de digitalización que sea capaz de alcanzar con miras a un futuro donde la irrupción de 5G será un parteaguas; sin embargo, para que esta tecnología represente un caso de éxito, los países de la región necesitan reformas políticas y fiscales que permitan maximizar el potencial de la economía digital.
En opinión de Juan Jung, director de Políticas Públicas de la ASIET, es oportuno analizar si el escenario actual de la región es óptimo, pues es posible identificar desventajas como un Ingreso Promedio por Usuario (ARPU, por sus siglas en inglés) con tendencia negativa (menor a 10 dólares), marcos de regulación obsoletos, restricciones para despliegue de red, precios de espectro altos y fuertes cargas impositivas.
Al participar en el panel “Desafíos 5G, ¿qué sigue para la colaboración entre la UE y la ALC? en el contexto del Foro Económico EU-LAC 2019: Nuevas perspectivas en tiempos turbulentos”, organizado por Bruegel, el think tank europeo especializado en temas económicos, el integrante de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET), aseguró que América Latina se está quedando atrás en materia de digitalización.
Ello, debido en buen medida a que los operadores siguen invirtiendo en 4G, debido a que primero deben rentabilizar las inversiones realizadas. Para que 5G represente un caso de éxito, los países de la región necesitan reformas políticas y fiscales que permitan maximizar el potencial de la economía digital.
En primer lugar, una política fiscal que promueva las inversiones en infraestructura digital debe ser neutral en su enfoque. Todas las empresas deben pagar impuestos bajo las mismas reglas, de acuerdo con sus ventas y las ganancias que obtienen.
“Segundo, una política fiscal neutral debe basarse principalmente en impuestos generales, no impuestos específicos o especiales y por ejemplo, las contribuciones al Servicio Universal, uno de los impuestos especiales más importantes que se aplican a la conectividad digital, deben revisarse exhaustivamente”.
Y, en tercer lugar, una política fiscal en la era digital debe idear no solo una solución para el problema del impuesto a la renta, sino también para el problema del impuesto al valor agregado. Debe pagarse en el país donde se prestan los servicios y separar la política de espectro de la política fiscal.
Jung refirió que de acuerdo con un estudio de McKinsey, si América Latina no logra registrar un aumento en su productividad, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) regional para los próximos 15 años será el equivalente al 40 o 50 por ciento de los 15 años anteriores.
C$T-GM