Cierre de brecha digital impactará en productividad.
Un avance del 1.0 por ciento en el índice de digitalización genera un incremento de la productividad que se traduce en un crecimiento económico del 0.3 por ciento, lo cual demuestra que la revolución económica que necesita América Latina sólo será posible con la incorporación intensiva de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los sectores productivos.
«Ello debido a los impactos directos de las telecomunicaciones, pero especialmente por los efectos indirectos sobre otros sectores de la economía. En otras palabras, la digitalización es crecimiento económico, es progreso, es el camino para el desarrollo de América Latina», señaló la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET).
En su informe “Las telecomunicaciones un aliado estratégico para el progreso y el desarrollo de América Latina”, destaca que digitalizar los procesos productivos, favorecer el emprendimiento e innovación, incrementar la eficiencia y transparencia de los gobiernos, y lograr el acceso equitativo a la Sociedad del Conocimiento deben ser prioridades fundamentales para los países latinoamericanos.
«Si somos capaces de cerrar la brecha de digitalización con la OCDE hacia el año 2030, entendida como la disponibilidad y uso de las TIC a través de la economía, se generaría un impacto de productividad que nos permitiría crecer por sobre el 3.0 por ciento anual».
El escenario de convergencia hacia los niveles de digitalización de la OCDE generaría más de 700 mil millones de dólares de crecimiento extra hasta el año 2030 y la creación de más de 400 mil empleos cada año.
«Avanzar hacia la cuarta revolución industrial exige enfrentar dos desafíos. El primero, el de la conectividad: lograr el cierre de la brecha digital y consolidar una infraestructura de telecomunicaciones de clase mundial. El segundo desafío es la incorporación intensiva de las TIC en los procesos productivos. En esta revolución tecnológica, la industria de las telecomunicaciones es y será un aliado estratégico para el desarrollo y el progreso de América Latina».
En el documento, la ASIET enfatizó que la región se encuentra ante una oportunidad histórica para avanzar al desarrollo, pero tiene desafíos formidables y urgentes que abordar. El crecimiento económico de los últimos 15 años ha permitido reducir la pobreza, mejorar la calidad de vida y generar condiciones de progreso.
Además, el aumento de las exportaciones, -en un contexto internacional particularmente favorable-, las significativas inversiones en capital físico, la incorporación masiva de las mujeres a la fuerza laboral y la transición demográfica, impulsaron las economías de los países latinoamericanos
«Ello permitió reducir la pobreza, mejorar los indicadores sanitarios y de calidad de vida, así como avanzar en inclusión social. Hoy, dos de cada tres latinoamericanos que acceden a la Universidad, son el primer miembro de su familia en hacerlo».
Sin embargo, los factores que permitieron el alto crecimiento en los años anteriores se han debilitado: la demanda internacional de los productos ya no crece a la misma velocidad, los niveles de inversión se han estabilizado y se ralentiza la incorporación de personas al mercado de trabajo.
Refirió que en 2017 el crecimiento del PIB no llegó al 1.0 por ciento, un comportamiento que lo ubicó lejos de las tasas superiores al 3.0 por ciento de la década anterior, lo cual se suma a la previsión del Banco Mundial para el periodo 2018-2027 que señala que América Latina crecerá tan solo 2.4 por ciento anual.
«Un crecimiento por debajo del 3.0 por ciento no nos permite avanzar hacia el primer mundo, mejorar la calidad de vida de la población, progresar. Es urgente volver a crecer, y ello depende críticamente de nuestra capacidad para avanzar en eficiencia y productividad, de hacer más con los mismos recursos».
ASIET señala que América Latina es de las regiones del mundo en la que menos ha crecido la productividad en los últimos 20 años, pues mientras que en los países en desarrollo la productividad se incrementó en promedio 3.9 por ciento anual, en nuestra región creció solo 0.6 por ciento.
Si los países de América Latina no son capaces de corregir este retraso, el crecimiento que tendrá la región no será compatible con los anhelos de progreso económico y social que los ciudadanos demandan; si no dan un salto adelante en materia de productividad, el crecimiento económico de los próximos 15 años será entre 40 y 50 por ciento inferior al de los 15 años precedentes.
«El reto del progreso es el del crecimiento y el desafío del crecimiento es el de la productividad. Es la oportunidad de seguir reduciendo la pobreza, crear riqueza y avanzar hacia la igualdad de oportunidades. Superados los desajustes macroeconómicos del pasado, hoy no hay desafíos de política económica más importante que el aumento de la productividad como motor del crecimiento».
C$T-GM