México, décimo cuarto lugar en el Índice de Brecha de Género.
México es uno de los países del mundo con menos mujeres trabajadoras, con una tasa de participación económica de 41 por ciento, lo que aunado al retroceso provocado por la pandemia implica enormes retos para la economía nacional, lo cual exige incorporar a un mayor número de mujeres al mercado laboral.
“En el IMCO estimamos que para 2030 el PIB podría ser 15 por ciento mayor (15.23) si el gobierno y el sector privado implementarán acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres a la economía. Este crecimiento no es menor, es tres veces más grande del que observaríamos si México se queda de brazos cruzados”, reveló la economista Fátima Masse.
La directora de Sociedad incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) explicó que si bien se han hecho esfuerzos, uno de los factores de la escasa participación femenina en la economía es porque una buena parte de los cuidados de niños y las tareas domésticas recae en las mujeres. El 42 por ciento de las que están en edad productiva, agregó, realizan labores del hogar sin una remuneración, a pesar de todo el esfuerzo que eso implica.
“Hoy no tenemos información para afirmar cuántas mujeres quisieran estar trabajando si existiera, por ejemplo, un buen sistema de cuidados que les permitiera ofrecer algunas horas dentro del mercado laboral en vez de solamente ejecutar esas tareas”, advirtió al exponer el tema ¿Cómo alcanzar el potencial de la Mujer en la Economía?, en videoconferencia.
Y si bien México ocupa el lugar 14 en el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), por sus avances en la cuota de género entre 2006 y 2019, “la cuotas deben ir evolucionando al grado de que vaya mejorando las condiciones económicas en el mercado laboral, dentro del hogar, para que más mujeres se puedan integrar a más trabajos. Y hoy no hemos visto esa evolución”.
Además, si se tenían avances en la tasa de participación económica entre 2005 y 2019, que creció en cuatro puntos porcentuales, “la pandemia borró el escaso avance de los últimos 15 años, lo que representa toda una generación laboral perdida. Y esto es un desafío enorme para el país”.
Para saber dónde están los mayores desafíos, dijo, se volteó a ver a los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), y a partir del análisis se descubrió que el mayor rezago de México está en las barreras para entrar y ascender en el mercado laboral.
En México, las mujeres destinan 2.5 veces más horas al trabajo del hogar y de cuidado que los hombres, en los países de la OCDE la proporción promedio es de 1.93.
También se detectó que existe una baja representación de mujeres en empresas mexicanas que persiste en todos los niveles. En este sentido, refirió que si bien las compañías que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tienen la obligación de reportar cuántas mujeres hay en su plantilla laboral y cuántas en puestos directivos relevantes, sólo 20 de 155 reportaron todos los niveles.
Con esta información se encontró que 35 por ciento de la plantilla laboral son mujeres, 15 por ciento de las vicepresidencias están en manos de mujeres y sólo el 1.0 por ciento están encabezadas por mujeres, expuso.
Para tener un mejor futuro, alcanzar una meta viable de una tasa de participación similar al promedio de la OCDE, y pasar del 41 por ciento al 56 por ciento, se requiere de una agenda real de inclusión de parte del gobierno, el sector privado y la sociedad.
“Si México se queda cruzado de brazos y no hacemos nada, dado el golpe tan fuerte que tuvimos con la pandemia, México tardaría 60 años en alcanzar este porcentaje de participación”.
Pero asumiendo cada quien su compromiso, en un escenario positivo, si se logra sumar a 8.2 millones de mujeres adicionales en el mercado laboral, habría un ingreso nacional atribuible de 31 por ciento, que significan ganancias sociales de más de un billón de pesos en los próximos 10 años, o 122 mil 675 pesos al año por cada mujer que se incorpore a la actividad laboral.
“Nuestra apuesta es que como parte de esta agenda de inclusión se deben hacer esfuerzos intencionales para que los empleos que se sumen sean de mejor calidad, en el mercado formal”, pero se requieren de acciones concretas del gobierno, el sector privado y la sociedad.
C$T-EVP