50 millones de toneladas de desechos anuales.
Hace una década la «huella de carbono» de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) representaba apenas 1.0 por ciento, hoy esta cifra se ha triplicado y está en camino de superar 14 por ciento hacia 2040, resultado del vertiginoso consumo de productos de alta tecnología.
De acuerdo con investigadores de la Universidad McMaster y su estudio Journal of Cleaner Production, alcanzar 14 por ciento de la «huella de carbono» representará la mitad del impacto de carbono que genera toda la industria del transporte; el mundo se aleja de los grandes aparatos electrónicos pero se dirige hacia equipos cada vez más pequeños que consumen mucha energía, por lo que el impacto ambiental general de la tecnología solo empeora.
Al destacar el estudio Víctor Ruiz, fundador de Silikn, detalla que en las últimas dos décadas, los rápidos avances tecnológicos duplicaron la capacidad de computación de los chips semiconductores casi cada 18 meses, trayendo computadoras más veloces, teléfonos celulares más pequeños, maquinaria y electrodomésticos eficientes y una creciente demanda de nuevos productos.
«Este vertiginoso flujo de productos electrónicos deja en su camino degradación ambiental y un gran volumen de desechos peligrosos creados por la recolección de las materias primas que entran en estos aparatos, por el proceso de fabricación y por la eliminación de estos productos al final de sus vidas notablemente cortas».
Los equipos electrónicos han transformado el mundo y ofrecen grandes beneficios; sin embargo, se ha puesto poca atención al impacto que generan en la salud, cuando son fabricados, pero sobre todo al desecharlos, se trata de aparatos de consumo masivo muy complejos, jamás producidos, ahora el reto es qué hacer al término de su vida útil.
En Estados Unidos la población utiliza más de 2 mil millones de aparatos electrónicos: computadoras, teléfonos celulares, televisores, impresoras, máquinas de fax, microondas, dispositivos de datos personales y sistemas de entretenimiento.
Cada año se estima que alrededor de cinco a siete millones de toneladas de estos materiales se vuelven obsoletos, son desechados, la electrónica de alta tecnología es ahora la parte de mayor crecimiento de la corriente de desechos en las ciudades.
«El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que el mundo genera entre 20 y 50 millones de toneladas métricas de desechos electrónicos cada año. The Wall Street Journal, que no es conocido por hacer declaraciones precipitadas sobre la protección del medio ambiente, ha llamado a los desechos electrónicos el problema de mayor crecimiento y potencialmente más peligroso del mundo».
Mientras las latas de refrescos, botellas y periódicos se elaboran con uno o pocos materiales, la electrónica de alta tecnología contiene una docena de materiales, todos ellos empaquetados de forma compacta y dañinos para el medio ambiente y la salud humana, cuando se desechan incorrectamente.
Un smartphone tiene una vida útil promedio de dos años, son más o menos desechables; el problema es que la construcción de un nuevo teléfono y la extracción de los materiales, representan 85 o 95 por ciento de las emisiones totales de CO2 del dispositivo durante dos años; comprar un teléfono nuevo requiere tanta energía como recargar y operar un teléfono inteligente durante toda una década.
«Los investigadores encontraron que los teléfonos inteligentes con pantallas más grandes tienen una huella de carbono considerablemente peor que sus antepasados más pequeños. Apple ha revelado públicamente que construir un iPhone 7 Plus genera aproximadamente 25 por ciento más de CO2 que el iPhone 6, mientras que otro estudio independiente concluyó que el iPhone 6 creó 57 por ciento más de CO2 que el iPhone 4s».
Pero para Víctor Ruiz, el mayor culpable de emisiones de CO2 son los servidores y centros de datos, que representarán 45 por ciento de las emisiones de TIC para 2020, ello debido a que cada búsqueda de Google, cada actualización de Facebook y cada Tweet requiere una computadora en alguna parte para calcularlo todo en la nube.
«Como consumidores tenemos que comprar menos y comprometernos más por la salud del planeta. El objetivo no es condenar la alta tecnología, las computadoras y todas sus relaciones electrónicas, sino explorar cómo las demandas materiales de la era digital, tal como están configuradas, están afectando el mundo y la salud de las comunidades y revisar la forma en la que se hacen propuestas para resolver este problema.
C$T-EVP