Otra forma de recuperar espacios urbanos.
Al igual que las manecillas que continuaban con su circundante camino, las sonrisas de satisfacción a lo largo de la calle de Uruguay, en la Ciudad de México (CDMX) comenzaban a dibujarse, y aunque ajenas a lo que el número 20 de la calle Talavera estaba por iniciar, comenzaron a generar un ambiente que sólo el Barrio de la Merced es capaz de crear a su muy particular manera.
Se trata de una comunidad de tradiciones y costumbres de diversos tipos que, además, ahora es aprovechada de manera majestuosa por la cuarta edición del Festival Locomoción, donde entre distintas dicotomías y discursos gráficos, se pueden conocer y reconocer las amplitudes de la perspectiva humana.
Y es que, aunque apenas dos kilómetros separan al Centro Cultural Casa Talavera de las cercanas sedes de la zona más turística de la CDMX, la recuperación de los espacios a través de recorridos peatonales y demás infraestructura han permitido que la tergiversación de calles inseguras y falta de ocupación en horas no comerciales desaparezcan.
La transformación fue llevada a la apropiación e identificación del patrimonio arquitectónico y urbano de una simple utopía a una realidad constatada por los niños, jóvenes, adultos, viejitos y hasta perros que decidieron hacer caso omiso de un latente y frío viento para reunirse a la proyección de cortometrajes que tomó por asalto al Callejón de la Danza.
A manera de peregrinación, los ansiosos y divergentes espectadores comenzaron su camino a través de los estrechos pasillos del recinto en el que los antiguos residentes, testigos de siglos de historia permanecían erguidos, atentos, felices por la compañía y la emoción generada por obras como Grimorio de Jesús Benítez y Numecaniq, un mural con realidad aumentada en el que, guiados por las palabras de Alejandro García y Aranzazu Mora, invitaron a disfrutar de la exposición en la que se pueden observar los complejos y laboriosos procesos que, tras mucho tiempo de trabajo, resultaron en cortometrajes que también son parte del Festival.
Piezas de Revoltoso de Cinema Fantasma, Ticho de Adriana Ronquillo, Fantástico Encarnado de Andrea Robles, Poliangular de Casiopea y El Jardín de las Delicias de Llamarada no sólo sirven como inspiración para profesionales y aficionados a la industria del movimiento, sino que también acercan a ajenos del tema al proceso creativo que ha caracterizado a las manos de esta nueva generación de animadores.
Tras la caída de una resiliente penumbra, el Amor Imposible despertó el calor, devolviendo los abrigos al ropero y propiciando un atento silencio que daba lugar a la instalación creada por Flaminguettes, que al son propuesto por Chakanais, mantuvo un ambiente digno de la fiesta que el Locomoción ha puesto sobre la mesa.
La peregrinación continúa su camino hacia uno de los salones en donde convivían distintas obras que culminaron con la esperada Ofrenda de Luz realizada por Cohete Blanco, en la que a partir de la convivencia entre la tradición y las nuevas tecnologías, fueron recordadas las pequeñas almas que se adelantaron tras los sucesos del 19 de septiembre.
Más que un festival de animación, el trabajo que Locomoción realizará durante este fin de semana permitirá que trasmute en un hito de la identidad local, ya que no sólo nos permite conocer y ser parte de la experiencia que pasó de la mente de los Alquimistas Visuales a uno de los varios soportes mostrados.
También nos abre la puerta a espacios que son poco transitados y conocidos de ésta, nuestra ciudad, a partir de los cuales se puede propiciar una conversación sobre lo que somos, lo que hemos sido y lo que seremos no sólo como individuos, sino como urbe y como centro de cultura en el país y en el mundo.
C$T-EVP