BID visibiliza creatividad de emprendedores.
Muchos pensarían que la ciencia no tiene que ver nada con el arte, pero Nicole L’Huillier pudo unir esos dos mundos, hacer que la astronomía y la física se reencontraran a través de un poema sonoro creado con elementos tecnológicos al que llamó la Paracantora.
“Creé una torre con sensores medioambientales y parlantes. A esta torre le llamo la Paracantora y la llevé a los distintos lugares, y lo que sucedía con la paracantora era que yo podía explorar estos lugares más allá de la conversación científica y técnica», explica la artista creadora del acrónimo derivado de: Parásito Ambiental Ruidoso Amplificador Canalizador de Agentes Ninguneados Transducidos Ofreciendo Rituales Auditivos.
La obra resultó de un programa de residencias llamado Simetría, para fomentar el diálogo entre el arte, la ciencia y la cultura, con visitas al Gran Colisionador de Hadrones, en el CERN, en Ginebra, Suiza, y los observatorios astronómicos ALMA, en el desierto de Atacama, y el VLT de Cerro Paranal, atmos en Chile, sus laboratorios de experimentación.
Nicole llevó la Paracantora a esos tres lugares, y en cada uno produjo un sonido distinto, porque fueron condiciones distintas. A 100 metros bajo tierra, la torre emitió resonancias muy diferentes a cuando estaba a cinco mil metros de altura, al aire libre, alrededor de las antenas en los observatorios.
El sonido fue la vía para que Nicole rompiera los límites entre el arte y la ciencia, y que la misma arquitectura, el mundo de las partículas y lo más grande del universo contribuyeran a su impulso por innovar.
Para L’Huillier su escultura de seis parlantes “difunde el canto de las aparentemente silenciosas voces de los agentes alrededor nuestro”, en “un lugar donde lo natural y lo tecnológico choca y se fusiona”.
El tema es uno de los que se encuentra en el Podcast Región Naranja, proyecto impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para hablar sobre la creatividad y los emprendedores e innovadores latinoamericanos.
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