Brecha digital factor determinante.
El próximo 6 de junio de este año, los mexicanos deberán elegir más de 20 mil cargos de elección popular (diputados, gobernadores, presidentes, municipales etc.) de 32 entidades del país, un proceso que será desafiado por la pandemia que parece no tener control, y en el que el voto por internet estará en el foco de atención por ser la alternativa mediante la cual se pueda ejercer este derecho en la coyuntura actual.
Si bien para algunos expertos esa opción tiene ventajas, para el investigador Vladimir Chorny; su dimensión técnica y tecnológica esta minimizada; “no es posible hoy en día y muy probablemente tampoco lo será en el futuro, que el voto por Internet logre garantizar los principios democráticos del voto y de las elecciones”, como han revelado diversas experiencias.
Para Chorny, el ejercicio de este derecho y el uso de las tecnologías lleva a un problema inherente: “una tensión inevitable e irresoluble entre la secrecía del voto y la integridad de las elecciones (y del voto mismo). No hay forma de escaparle sin sacrificar un principio por el otro”.
Además de la brecha digital que es un problema permanente en México, revela en el estudio “El voto por internet en México: La libertad y la secrecía del voto condicionadas”, los sistemas de voto por internet (VPI) tienen dificultades de uso y particularidades que pueden volverlos poco prácticos, poniendo en entredicho el argumento del acceso, la comodidad y la «practicabilidad».
“Quien no tiene un teléfono inteligente o una computadora no puede usarlos para votar por internet; quien no sabe usarlos aún teniéndolos (o debe hacer un gran esfuerzo para lograrlo porque no entiende la tecnología) tampoco”
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El experto asociado a la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D México) recalca que el grado de brecha digital y el nivel de confianza en las instituciones son puntos que inevitablemente pueden jugar en contra de la aceptación y el uso del sistema del voto por internet. “Si, por ejemplo, las personas desconfían de un sistema de internet, probablemente no lo usen, aún si les facilita votar”.
“De hecho, a nivel internacional no hay experiencia contundente que demuestre el aumento de participación por el VPI en todos los casos, sino que la evidencia apunta en distintas direcciones (muchas de ellas poco alentadoras), con varios estudios empíricos que muestran lo contrario”, citó en el texto.
Incluso, refiere que en el último ejercicio realizado en el 2020 en la Ciudad de México, las fallas en el sistema hicieron que muchas personas perdieran la posibilidad de votar y no pudieran ejercer su derecho a participar.
Aún más preocupante, es que en la historia de los sistemas de voto por internet, la ciudadanía ha transitado este camino sólo enterándose de la versión de las autoridades electorales, lo que “afecta fuertemente a los principios electorales de la máxima publicidad, la transparencia y la certeza.
“La defensa del voto por internet se sustenta en argumentos que se presumen verdaderos a priori pero que no se sostienen cuando los evaluamos en la realidad. El elemento de su seguridad tal vez sea el mejor ejemplo de todos”.
Aunque se reconoce a la tecnología como una herramienta fundamental para ciertos avances y que complementa la acción humana, “esto no significa que la acción humana deba ser sustituida del todo sólo porque existe la posibilidad de cometer errores humanos”.
C$T-GM