Subió 10.5% el volumen de sus operaciones
No obstante los importantes avances tecnológicos y uso de las redes sociales que permiten una conectividad inmediata, el telégrafo lejos de desaparecer se moderniza y acrecienta su presencia como herramienta esencial en la inclusión de servicios financieros en todas las localidades del país.
Tan sólo en 2016 con más de mil 700 sucursales telegráficas en toda la República, el volumen de sus operaciones mostró un incremento de 10.5 por ciento, al pasar de 3.8 millones a 4.2 millones de transacciones favoreciendo a millones de familias que recibieron recursos del extranjero.
Las remesas enviadas a través de la red de Telecomm, se incrementaron en 33.8 por ciento al pasar de 19 mil 500 millones de pesos en 2015, a 26 mil 100 millones de pesos en 2016, precisó la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) a través de un comunicado.
Otro de los servicios que ofrece y que es ampliamente solicitado en las localidades, es la fototelegrafía que consiste en el envío de mensajes de texto a cualquier parte del país y que se proporciona sin necesidad de acudir a alguna sucursal. El cliente dicta su mensaje telefónicamente desde su hogar u oficina con cargo a su recibo telefónico y el telegrama llega al domicilio del destinatario en forma impresa.
Desde los años 20’s del siglo pasado en que causó revuelo entre la población que por vez primera podía comunicarse a través de líneas telegráficas, este servicio continúa modernizándose e incluso compite con las redes sociales ocupando un lugar esencial en la prestación de servicios financieros en comunidades donde aún se carece de internet.
Este 14 de febrero al celebrarse el Día del Telegrafista, se recuerda con orgullo algunos de los avances tecnológicos a través de los años. Está el sonador telegráfico que era un instrumento de cuerda, utilizado en la Escuela Nacional de Telégrafos para prácticas en los cursos de telegrafía desde finales del siglo XIX a la década de 1940.
También El puente de Varley, un aparato que servía para medir la intensidad de tensión y resistencia de las líneas telegráficas. Fue utilizado a partir de la década de 1930. Por igual se recuerda el magneta de inductancia, un equipo de prueba con el que los “celadores” telegráficos detectaban interrupciones, cortos circuitos, interferencias y otras fallas en las líneas telegráficas.
El capacitómetro era un equipo de medición utilizado para la distribución adecuada de energía en los aparatos telegráficos; el conmutador telegráfico de 16 barras que permitía intercomunicar oficinas telegráficas a finales del siglo XX y el watómetro que servía para controlar la temperatura de los sistemas de transmisión en los equipos telegráficos.
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